El fondo profundo del masaje reside en su forma singular de establecer una comunicación sin palabras. En sí mismo, esto no es del todo extraño; a menudo, tocando o abrazando a los que nos rodean, por ejemplo, les hacemos saber que simpatizamos o que sufrimos con ellos, o que apreciamos y respetamos lo que valen. Sin embargo, el masaje puede trasmitir este mensaje en una frecuencia nueva y diferente. La persona que lo recibe participa de una experiencia física y mental difícil de describir: como si penetrara en un recinto misterioso que hasta el momento se hallaba cerrado y oculto; una región cuya existencia es probablemente conocida sólo por aquellos que practican alguna forma de meditación. Este estado, en sí mismo, es un don. Sin embargo, el que da el masaje no debe necesariamente detenerse ahí, pues mientras mejor pueda sintonizar con la agudizada conciencia de sí del sujeto, mejor podrá trasmitirle algo de su propio ser interior y de su experiencia. El más ligero contacto se convierte en una forma de comunicación: como deslizar una pluma delicada sobre un papel sensible. La confianza, la empatía y el respeto,
para no mencionar una sensación de pura y mutua existencia física, pueden ser expresados con una plenitud jamás igualada por las palabras.
El masaje es algo esencialmente simple. Nos hace más plenos, más nosotros mismos.
Las manos tienen el poder de transmitir esta posibilidad a otros. Aprenda a confiar en él y pronto descubrirá mejor que nadie cuál es el sentido profundo del masaje.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me gustan mucho los masajes son muy importantes para nuestra salud.
Saludos!!
Masajes
Publicar un comentario