Aplicar el aceite sobre la piel es sencillo, pero vale la pena conocer algunos trucos.
Primero, nunca vierta el aceite directamente sobre el cuerpo del que recibe el masaje; para muchos esto produce una sensación sumamente desagradable. Póngalo en sus propias manos antes de aplicarlo a la persona.
Por la misma razón, procure que, al verterlo, sus manos no se encuentren colocadas
sobre el cuerpo del otro, de manera que si se derraman unas gotas, no caigan sobre él.
No utilice más de una cucharada de té cada vez; aplíquelo y luego vierta más
cuando lo necesite.
Si el aceite está frío, caliéntelo con las manos frotándolas con fuerza.
Aplíquelo sólo en las partes en que va a trabajar en seguida. De lo contrario se
encontrará con que la piel ha absorbido parte de él antes de que logre usarlo.
Extiéndalo con las palmas utilizando ambas manos. Realice cualquier movimiento de
frotación sencillo que quiera, pero asegúrese de que sea suave y, al mismo tiempo, defmido, continuado y parejo. Esto es especialmente importante al aplicarlo en el comienzo del masaje. La persona podrá relajarse mejor si el contacto produce desde el primer momento una impresión de confianza y seguridad.
Cubra sistemáticamete toda el área que va a masajear sin descuidar ninguna zona.
Evite que la piel quede empapada en aceite. No debería aparecer acumulaciones
visibles sobre ella. Unas dos cucharadas de té bastan para una espalda de dimensiones
normales.
Si encuentra que ha depositado demasiado aceite, siempre puede quitarlo usando el
dorso de la mano o los antebrazos, o también extendiéndolo hacia otras zonas.
El vello excesivo en el pecho, la espalda y las piernas requiere una mayor cantidad;
de lo contrario, puede arrancar algunos pelos al deslizar las manos sobre la superficie de la piel.
Fíjese bien dónde deja el frasco después de verter el aceite. Si está trabajando en el snelo, trate de situarlo de manera que lo encuentre cuando lo necesite y sea difícil volcarlo.
Si trabaja en una mesa, evite dejarlo sobre ella porque, si lo hace, tarde 0 temprano lo derramará 0 se encontrará distorsionando sus movimientos para no hacerlo. Da mejor resultado establecer uno o dos lugares convenientes antes de comenzar .
Un pequeño problema: una de las reglas generales del masaje dice que cuando se ha establecido el primer contacto con el cuerpo del sujeto, se debe tratar de mantenerlo durante todo el tiempo que dure el proceso. Esto, como se habrá JPf dado cuenta, presenta una cierta dificultad cuando se trata de verter el aceite. ¿Cómo mantener las manos alejadas del cuerpo, y, sin embargo, continuar el contacto? Sencillamente, apoye el codo o parte del antebrazo contra el costado de la persona, mientras :;:0 ~
lleva sus manos hacia un lado. Es probable que la primera vez se sienta un poco ridículo y se desempeñe con cierta torpeza, pero una vez que adquiera --
práctica le resultará cómodo y natural.
Una última sugerencia. Después de mucho dar tropezones alrededor de la mesa de
masaje, se me ocurrió que usan~o dos botellas en, vez de una y colocándolas en distintos extremos, ahorraría muchas vuelta$ y. ac.robacias. puede resultarle muy práctico.
viernes, 13 de abril de 2007
Instrucciones para el que recibe el masaje
Hay algunos hechos básicos que se deben saber antes de recibir un masaje. Si usted es
el que va a aplicarlo, probablemente deberá darle al sujeto algunas indicaciones que expresen más o menos lo siguiente:
La mejor manera de recibir un masaje es estando desnudo. Una mínima cantidad de
ropa interior o un bañador entorpecerán su desarrollo e impedirán que llegue hasta ciertos centros musculares imp~rtantes. Además, no le proporcionará la sensación de integración total del cuerpo, que es quizás la más grata que produce un masaje completo. Si quitarse toda la ropa le hiciera sentirse extremadamente nervioso, lleve algo ligero. Después de todo, lo más importante es que usted disfrute de su masaje. Es decir, quítese todo lo que pueda sin dejar de sentirse cómodo.
Despréndase también de los anillos, collares, pendientes, anteojos y cualquier cosa
que lleve sobre usted. y lo que es más importante, quítese los lentes de contacto para que puedan masajear sus ojos.
La persona que le está dando el masaje le indicará si debe recostarse primero de
bruces o de espaldas. Sea como sea, procure que la parte superior de su cabeza quede, más o menos, al mismo nivel que el extremo de' la mesa, o de lo que haya colvcado en el suelo.
Deje descansar los brazos a ambos lados del cuerpo.
Una vez instalado cierte los ojos y concentre su atención en la respiración; ésta lo
pondrá en contacto inmediato con todo el cuerpo. Respire por la boca o la nariz. Haga que su aliento tome un ritmo tan largo y suave como le resulte natural, y déjelo fluir hacia la pelvis. Trate de compenetrarse cada vez más del momento presente. Abandónese y deje que sus pensamientos entren y salgan de su mente sin tratar de seguirlos.
De este momento en adelante, lo único que tiene que hacer es dejar que se hagan
cargo completamente de usted. No trate de "ayudar". Cuando llegue el momento de levantar el brazo, permita que se lo levanten. Cuando sea necesario mover la cabeza, deje que el otro lo haga por usted... Repito: no trate de "ayudar" de ninguna manera. Puede causar una interrupción del flujo relajante del masaje. Mantenga el cuerpo tan flojo como pueda, de manera que, si después de levantar uno de sus miembros, el masajista lo soltara, cayera de inmediato sobre la mesa. Con una excepción: cuando esté de bruces, vuelva la cabeza de un lado a otro a medida que sienta alguna molestia en el cuello.
Desde el momento en que reciba el primer contacto físico, trate de concentrar su
atención en él. Esto no quiere decir en absoluto que deba analizarlo o averiguar qué técnica se está usando. Por el contrario, haga un esfuerzo por sintonizar la calidad del contacto de la misma manera como escucharía el sonido de una voz, sin poner atención al significado de las palabras.
Al mismo tiempo, continúe consciente de su respiración durante el masaje. Si quiere,
imagínese que su espiración fluye hacia la parte del cuerpo que se está masajeando.
Mientras menos se hable durante el proceso, mejor. En un encuentro tan directo con
su propio cuerpo, las palabras son sólo una distracción. Sin embargo, siéntase libre de decir si algo le produce molestias o si siente frío, o si, por alguna razón, está incómodo. Asimismo, si durante la sesión tiene deseos de suspirar , hágalo con toda tranquilidad.
Por último, cuando termine, no es necesario que se levante inmediatamente. Quédese
un momento relajado con los párpados cerrados y absorba sus sensaciones unos minutos
más.
el que va a aplicarlo, probablemente deberá darle al sujeto algunas indicaciones que expresen más o menos lo siguiente:
La mejor manera de recibir un masaje es estando desnudo. Una mínima cantidad de
ropa interior o un bañador entorpecerán su desarrollo e impedirán que llegue hasta ciertos centros musculares imp~rtantes. Además, no le proporcionará la sensación de integración total del cuerpo, que es quizás la más grata que produce un masaje completo. Si quitarse toda la ropa le hiciera sentirse extremadamente nervioso, lleve algo ligero. Después de todo, lo más importante es que usted disfrute de su masaje. Es decir, quítese todo lo que pueda sin dejar de sentirse cómodo.
Despréndase también de los anillos, collares, pendientes, anteojos y cualquier cosa
que lleve sobre usted. y lo que es más importante, quítese los lentes de contacto para que puedan masajear sus ojos.
La persona que le está dando el masaje le indicará si debe recostarse primero de
bruces o de espaldas. Sea como sea, procure que la parte superior de su cabeza quede, más o menos, al mismo nivel que el extremo de' la mesa, o de lo que haya colvcado en el suelo.
Deje descansar los brazos a ambos lados del cuerpo.
Una vez instalado cierte los ojos y concentre su atención en la respiración; ésta lo
pondrá en contacto inmediato con todo el cuerpo. Respire por la boca o la nariz. Haga que su aliento tome un ritmo tan largo y suave como le resulte natural, y déjelo fluir hacia la pelvis. Trate de compenetrarse cada vez más del momento presente. Abandónese y deje que sus pensamientos entren y salgan de su mente sin tratar de seguirlos.
De este momento en adelante, lo único que tiene que hacer es dejar que se hagan
cargo completamente de usted. No trate de "ayudar". Cuando llegue el momento de levantar el brazo, permita que se lo levanten. Cuando sea necesario mover la cabeza, deje que el otro lo haga por usted... Repito: no trate de "ayudar" de ninguna manera. Puede causar una interrupción del flujo relajante del masaje. Mantenga el cuerpo tan flojo como pueda, de manera que, si después de levantar uno de sus miembros, el masajista lo soltara, cayera de inmediato sobre la mesa. Con una excepción: cuando esté de bruces, vuelva la cabeza de un lado a otro a medida que sienta alguna molestia en el cuello.
Desde el momento en que reciba el primer contacto físico, trate de concentrar su
atención en él. Esto no quiere decir en absoluto que deba analizarlo o averiguar qué técnica se está usando. Por el contrario, haga un esfuerzo por sintonizar la calidad del contacto de la misma manera como escucharía el sonido de una voz, sin poner atención al significado de las palabras.
Al mismo tiempo, continúe consciente de su respiración durante el masaje. Si quiere,
imagínese que su espiración fluye hacia la parte del cuerpo que se está masajeando.
Mientras menos se hable durante el proceso, mejor. En un encuentro tan directo con
su propio cuerpo, las palabras son sólo una distracción. Sin embargo, siéntase libre de decir si algo le produce molestias o si siente frío, o si, por alguna razón, está incómodo. Asimismo, si durante la sesión tiene deseos de suspirar , hágalo con toda tranquilidad.
Por último, cuando termine, no es necesario que se levante inmediatamente. Quédese
un momento relajado con los párpados cerrados y absorba sus sensaciones unos minutos
más.
Preparativos de un buen masaje
La atmósfera adecuada y una preparación cuidadosa pueden mejorar mucho la aplicación
de un masaje. La persona que lo recibe se sentirá mucho más cómoda, y usted
también.
Cuando busque el lugar apropiado, tome en cuenta la soledad y el silencio. El sujeto
penetra en un mundo donde lo único que cuenta es el sentido del tacto. Cualquier ruido o agitación pueden ser extremadamente perturbadores.
El problema siguiente es la temperatura. Nada puede estropear tan fácilmente un
buen masaje como el frío. Esto se debe especialmente al uso del aceite, ya que éste hace que la piel se enfríe con facilidad. La habitación debe estar desprovista de corrientes de aire y tener una temperatura de 21° C o poco más. Caliéntela antes de comenzar. Si no está seguro de la temperatura, es preferible que esté demasiado templada antes que demasiado fría.
Todo resulta más fácil si la persona se siente cómoda desde el comienzo, que si es necesario abrigarla después de que se ha enfriado. Por esta misma razón es conveniente tener a mano una sábana extra. Si durant~ la sesión la persona siente frío, se puede cubrir las partes de su cuerpo que no estén siendo masajeadas en el momento.
Cerciórese con anticipación de que el aceite esté mezclado, aromatizado y convenientemente envasado, que tenga más que suficiente para un masaje y que esté tibio, es decir , a la temperatura de la habitación, o muy cerca. Si está muy frío, caliéntelo un poco cerca del fuego o en un calentador .
Instale la mesa, o lo que vaya a colocar en el suelo, de manera que le permita
desplazarse por todo su contorno.
Cuide que la luz no caiga sobre el rostro del sujeto. Aunque tenga los párpados cerrados, le va a obligar a una cierta tensión de los músculos situados alrededor de los ojos. Evite, en particular , la iluminación directa sobre la mesa.
En cuanto a la música ambiental, el problema no es tan sencillo como parecería.
Aunque creo que puede ser útil (cómo y por qué lo explicaremos más adelante), le recomiendo especialmente que, como regla general, trate de evitarla. Me gusta la música, no me interprete mal, y ciertamente crea un ambiente agradable en una habitación, pero creo que, al mismo tiempo, tiende a canalizar en otro sentido las profundas corrientes de comunicación que se experimentan. Es como tratar de meditar con música: por muy bello que pueda resultar en sí mismo, es inevitable que la música lo impregne todo con su propia atmósfera. Por otra parte, debo admitir honestamente que conozco muchos masajistas que prefieren dar y recibir masaje de esta forma. De modo que supongo que usted tendrá que experimentar y decidir por sí mismo.
Examine su:c manos antes de dar un masaje. Lo más importante es asegurarse de que
sus uñas estén suficientemente cortas -mientras más, mejor-. Generalmente me las corto todo lo que pcrmiten las tijeras, antes de una sesión.
Lávese las manos cuidadosamente, porque cualquier huella de suciedad o de alguna
sustancia pegajosa será inmediatamente advertida.
Frótelas vigorosamente, si están frías, o, si están francamente he.adas, acérquelas un momento al fuego o a un calentador.
Si tiene el pelo largo, átelo de manera que no caiga sobre sus ojos.
Si se va a quedar vestido, lleve ropa cómoda y liviana que le permita moverse con
facilidad en un cuarto abrigado. Podría agregar que hacerlo desnudo es muy agradable,
siempre que ninguno de los que participen se sienta incómodo por eso.
Tanto el masajista como el masajeado a menudo sienten sed en el curso de una sesión
larga, y resulta una buena idea tener un poco de agua al alcance de la mano. O, mejor
todavía, una vez terminado el masaje, deje que la persona descanse relajada y con los ojos cerrados todo el tiempo que quiera, y luego ofrézcale un zumo de fruta helado.
Finalmente, si puede aplicar el masaje al aire libre, a pleno sol y rodeado por la
Naturaleza..., ¿debo agregar algo más?
de un masaje. La persona que lo recibe se sentirá mucho más cómoda, y usted
también.
Cuando busque el lugar apropiado, tome en cuenta la soledad y el silencio. El sujeto
penetra en un mundo donde lo único que cuenta es el sentido del tacto. Cualquier ruido o agitación pueden ser extremadamente perturbadores.
El problema siguiente es la temperatura. Nada puede estropear tan fácilmente un
buen masaje como el frío. Esto se debe especialmente al uso del aceite, ya que éste hace que la piel se enfríe con facilidad. La habitación debe estar desprovista de corrientes de aire y tener una temperatura de 21° C o poco más. Caliéntela antes de comenzar. Si no está seguro de la temperatura, es preferible que esté demasiado templada antes que demasiado fría.
Todo resulta más fácil si la persona se siente cómoda desde el comienzo, que si es necesario abrigarla después de que se ha enfriado. Por esta misma razón es conveniente tener a mano una sábana extra. Si durant~ la sesión la persona siente frío, se puede cubrir las partes de su cuerpo que no estén siendo masajeadas en el momento.
Cerciórese con anticipación de que el aceite esté mezclado, aromatizado y convenientemente envasado, que tenga más que suficiente para un masaje y que esté tibio, es decir , a la temperatura de la habitación, o muy cerca. Si está muy frío, caliéntelo un poco cerca del fuego o en un calentador .
Instale la mesa, o lo que vaya a colocar en el suelo, de manera que le permita
desplazarse por todo su contorno.
Cuide que la luz no caiga sobre el rostro del sujeto. Aunque tenga los párpados cerrados, le va a obligar a una cierta tensión de los músculos situados alrededor de los ojos. Evite, en particular , la iluminación directa sobre la mesa.
En cuanto a la música ambiental, el problema no es tan sencillo como parecería.
Aunque creo que puede ser útil (cómo y por qué lo explicaremos más adelante), le recomiendo especialmente que, como regla general, trate de evitarla. Me gusta la música, no me interprete mal, y ciertamente crea un ambiente agradable en una habitación, pero creo que, al mismo tiempo, tiende a canalizar en otro sentido las profundas corrientes de comunicación que se experimentan. Es como tratar de meditar con música: por muy bello que pueda resultar en sí mismo, es inevitable que la música lo impregne todo con su propia atmósfera. Por otra parte, debo admitir honestamente que conozco muchos masajistas que prefieren dar y recibir masaje de esta forma. De modo que supongo que usted tendrá que experimentar y decidir por sí mismo.
Examine su:c manos antes de dar un masaje. Lo más importante es asegurarse de que
sus uñas estén suficientemente cortas -mientras más, mejor-. Generalmente me las corto todo lo que pcrmiten las tijeras, antes de una sesión.
Lávese las manos cuidadosamente, porque cualquier huella de suciedad o de alguna
sustancia pegajosa será inmediatamente advertida.
Frótelas vigorosamente, si están frías, o, si están francamente he.adas, acérquelas un momento al fuego o a un calentador.
Si tiene el pelo largo, átelo de manera que no caiga sobre sus ojos.
Si se va a quedar vestido, lleve ropa cómoda y liviana que le permita moverse con
facilidad en un cuarto abrigado. Podría agregar que hacerlo desnudo es muy agradable,
siempre que ninguno de los que participen se sienta incómodo por eso.
Tanto el masajista como el masajeado a menudo sienten sed en el curso de una sesión
larga, y resulta una buena idea tener un poco de agua al alcance de la mano. O, mejor
todavía, una vez terminado el masaje, deje que la persona descanse relajada y con los ojos cerrados todo el tiempo que quiera, y luego ofrézcale un zumo de fruta helado.
Finalmente, si puede aplicar el masaje al aire libre, a pleno sol y rodeado por la
Naturaleza..., ¿debo agregar algo más?
Masaje sobre mesa
¿Por qué una mesa? En primer lugar, reducirá algunos movimientos incómodos
como doblar la espalda o trabajar inclinado, y ésta es su mayor ventaja. Es decir, si va a dar un masaje largo, tiene menos posibilidades de cansarse. También le permite, con mayor facilidad, cambiar de posición respecto de la persona que está recibiendo el masaje -de la cabeza a las piernas, de un lado a otro, etc.- sin interrumpir la continuidad. Por último, pone ciertas partes del cuerpo más al alcance de sus manos (las plantas de los pies, por ejemplo).
Si se encuentra con que está dando masajes con frecuencia, tarde o temprano necesitará una mesa. En cuyo caso tiene tres alternativas: puede descubrir que una mesa que ya tenía le presta, con pocas modificaciones, el servicio deseado; puede comprar una, o puede construirla usted mismo.
El primer requisito que debe cumplir, es, naturalmente, que sea lo bastante grande
como para instalar a cualquier persona, y lo bastante resistente como para que no corra ningún peligro. Idealmente, el largo y ancho de la mesa debe ser más o menos el mismo del cuerpo de la persona cuando yace con los brazos relajados a los costados. Una mesa profesional tiene generalmente I ,80 m de largo por 60 cm de ancho. Sin embargo, si la mesa de que dispone es demasiado larga, o, lo que es más probable, demasido ancha, puede arreglárselas con ella. El único inconveniente será el hecho de que la persona, en vez de estar recostada en un solo lugar mientras usted se desplaza, tendrá que cambiar de posición de vez en cuando. Una desventaja, pero no un desastre.
La altura es igualmente importante. Si es demasiado baja, tendrá que inclinarse; si
demasiado alta, no conseguirá imprimir la fuerza necesaria a sus movimientos. Tradicionalmente se dan dos formas para determinar la altura adecuada. La primera dice que el borde de la mesa debería coincidir con la parte superior de los muslos. La otra consiste en lo siguiente: párese derecho, junto a la mesa, con los hombros relajados ya la misma altura, con la mano doblada de manera que forme un ángulo recto con el brazo ( es decir, de modo que esté paralela al suelo). Si la palma de la mano roza ligeramente la superficie de la mesa, quiere decir que tiene la altura apropiada para usted. De estas dos mediciones, me parece que la segunda es más precisa, pero lo que me parece más preciso aún es probarla dando un masaje. Entre 70 y 75 cm (incluyendo el acolchamiento) es la altura normal para un hombre o una mujer de estatura mediana.
como doblar la espalda o trabajar inclinado, y ésta es su mayor ventaja. Es decir, si va a dar un masaje largo, tiene menos posibilidades de cansarse. También le permite, con mayor facilidad, cambiar de posición respecto de la persona que está recibiendo el masaje -de la cabeza a las piernas, de un lado a otro, etc.- sin interrumpir la continuidad. Por último, pone ciertas partes del cuerpo más al alcance de sus manos (las plantas de los pies, por ejemplo).
Si se encuentra con que está dando masajes con frecuencia, tarde o temprano necesitará una mesa. En cuyo caso tiene tres alternativas: puede descubrir que una mesa que ya tenía le presta, con pocas modificaciones, el servicio deseado; puede comprar una, o puede construirla usted mismo.
El primer requisito que debe cumplir, es, naturalmente, que sea lo bastante grande
como para instalar a cualquier persona, y lo bastante resistente como para que no corra ningún peligro. Idealmente, el largo y ancho de la mesa debe ser más o menos el mismo del cuerpo de la persona cuando yace con los brazos relajados a los costados. Una mesa profesional tiene generalmente I ,80 m de largo por 60 cm de ancho. Sin embargo, si la mesa de que dispone es demasiado larga, o, lo que es más probable, demasido ancha, puede arreglárselas con ella. El único inconveniente será el hecho de que la persona, en vez de estar recostada en un solo lugar mientras usted se desplaza, tendrá que cambiar de posición de vez en cuando. Una desventaja, pero no un desastre.
La altura es igualmente importante. Si es demasiado baja, tendrá que inclinarse; si
demasiado alta, no conseguirá imprimir la fuerza necesaria a sus movimientos. Tradicionalmente se dan dos formas para determinar la altura adecuada. La primera dice que el borde de la mesa debería coincidir con la parte superior de los muslos. La otra consiste en lo siguiente: párese derecho, junto a la mesa, con los hombros relajados ya la misma altura, con la mano doblada de manera que forme un ángulo recto con el brazo ( es decir, de modo que esté paralela al suelo). Si la palma de la mano roza ligeramente la superficie de la mesa, quiere decir que tiene la altura apropiada para usted. De estas dos mediciones, me parece que la segunda es más precisa, pero lo que me parece más preciso aún es probarla dando un masaje. Entre 70 y 75 cm (incluyendo el acolchamiento) es la altura normal para un hombre o una mujer de estatura mediana.
Masaje en el suelo
Resulta más fácil practicar el masaje sobre una mesa. Pero no se preocupe; si no la
tiene, puede aplicarlo muy bien trabajando en el suelo. Resulta un poco más incómodo y cansador, pero si lo hace en la forma adecuada reducirá al mínimo estas molestias.
Primero una palabra de advertencia respecto de las camas. Uselas para dormir o para:
cualquier otra cosa, pero no intente dar un masaje en una de ellas. Son demasiado blandas como para proporcionar el apoyo que necesite cuando quiera ejercer presión. Intente apoyarse con fuerza sobre alguien que esté recostado sobre una cama y verá cómo lo único que consigue es hundirlo en el colchón. Los de agua son la excepción a causa del sostén.firme y adecuado que proporcionan. De ordinario, sin embargo, una cama es el peor lugar que puede elegir para aplicar pn masaje. Consiga una mesa o encuentre la manera de trabajar cÓmodamente en el suelo.
En esta última situación, lo más importante es cerciorarse de que se cuenta con un
acolchamiento suficiente. Un colchón de espuma, de unos 3 a 5 centímetros de espesor, es suficiente. Sin embargo, deberá ser más largo y ancho que el espacio que ocupará el sujeto que recibe el masaje, es decir, 2,10 m por 1,20 o más. Én muchos momentos usted mismo nece:;itará un acolchamiento para sus rodillas. Algunos toques exigen que se arrodille muy cerca de la persona, y, si no tiene algo debajo en esos momentos, terminará siendo usted quien realmente necesite Uft masaje. Si el colchón de espuma es demasiado angosto, use cualquier cojín adicional que le resulte cómodo.
Dos o tres sacos de dormir pueden también ser útiles. Incluso algunas mantas gruesas
darían buenos resultados. Descorra el cierre de los sacos y extiéndalos a todo lo ancho. Un colchón, de una pieza,colocado en el suelo, presta el mismo servicio
aunque su espesor lo hace incómodo. Es preferible usar uno delgado.
Cualquiera que sea el tipo de acolchamiento que esté utilizando -espuma, sacos de
dormir, mantas, etc.-, cúbralos con una sábana limpia en cada sesión.
Cuando se trabaja en el suelo, surge a veces un problema secundario: tarde o temprano
va a volcar un frasco y derramar aceite. Si usa un frasco de gollete estrecho, perderá muy poca cantidad. Al mismo tiempo, es conveniente tomar ciertas precauciones para evitar las manchas de aceite sobre la alfombra, el suelo, etc. La mejor medida preventiva consiste en adquirir un trozo de material plástico, colocarlo sobre aquello que desea proteger y luego poner encima la sábana. La primera vez que use el plástico coja una cinta adhesiva y coloque una "X" sobre la cara superior. Cuando lo pliegue para guardarlo, asegúrese de que el lado de la "X" quede doblado sobre sí mismo, sin ningún contacto con el reverso. Esto le impedirá poner, en alguna ocasión, la parte aceitada sobre lo que desea proteger.
Las técnicas de masaje, cuando se trabaja en el suelo, difieren muy poco de las que se aplican sobre una mesa. Cada vez que sea necesario practicar algunos toques de manera distinta, lo indicaré en la sección de instrucciones. Sin embargo, agregaré aquí dos consejos de tipo general. Dé siempre un masaje más breve cuando esté trabajando en el suelo. Doble la espalda lo menos posible durante la sesión. Lo que, en otras palabras, quiere decir: fíjese bien dónde y cómo se sienta o se arrodilla, procurando todo el tiempo adoptar la postura más cómoda. De esa manera, su masaje será mejor y disfrutará infinitamente más al aplicarlo.
Un último comentario. Nada mejora tanto el masaje como el fuego de una chimenea
próxima.
tiene, puede aplicarlo muy bien trabajando en el suelo. Resulta un poco más incómodo y cansador, pero si lo hace en la forma adecuada reducirá al mínimo estas molestias.
Primero una palabra de advertencia respecto de las camas. Uselas para dormir o para:
cualquier otra cosa, pero no intente dar un masaje en una de ellas. Son demasiado blandas como para proporcionar el apoyo que necesite cuando quiera ejercer presión. Intente apoyarse con fuerza sobre alguien que esté recostado sobre una cama y verá cómo lo único que consigue es hundirlo en el colchón. Los de agua son la excepción a causa del sostén.firme y adecuado que proporcionan. De ordinario, sin embargo, una cama es el peor lugar que puede elegir para aplicar pn masaje. Consiga una mesa o encuentre la manera de trabajar cÓmodamente en el suelo.
En esta última situación, lo más importante es cerciorarse de que se cuenta con un
acolchamiento suficiente. Un colchón de espuma, de unos 3 a 5 centímetros de espesor, es suficiente. Sin embargo, deberá ser más largo y ancho que el espacio que ocupará el sujeto que recibe el masaje, es decir, 2,10 m por 1,20 o más. Én muchos momentos usted mismo nece:;itará un acolchamiento para sus rodillas. Algunos toques exigen que se arrodille muy cerca de la persona, y, si no tiene algo debajo en esos momentos, terminará siendo usted quien realmente necesite Uft masaje. Si el colchón de espuma es demasiado angosto, use cualquier cojín adicional que le resulte cómodo.
Dos o tres sacos de dormir pueden también ser útiles. Incluso algunas mantas gruesas
darían buenos resultados. Descorra el cierre de los sacos y extiéndalos a todo lo ancho. Un colchón, de una pieza,colocado en el suelo, presta el mismo servicio
aunque su espesor lo hace incómodo. Es preferible usar uno delgado.
Cualquiera que sea el tipo de acolchamiento que esté utilizando -espuma, sacos de
dormir, mantas, etc.-, cúbralos con una sábana limpia en cada sesión.
Cuando se trabaja en el suelo, surge a veces un problema secundario: tarde o temprano
va a volcar un frasco y derramar aceite. Si usa un frasco de gollete estrecho, perderá muy poca cantidad. Al mismo tiempo, es conveniente tomar ciertas precauciones para evitar las manchas de aceite sobre la alfombra, el suelo, etc. La mejor medida preventiva consiste en adquirir un trozo de material plástico, colocarlo sobre aquello que desea proteger y luego poner encima la sábana. La primera vez que use el plástico coja una cinta adhesiva y coloque una "X" sobre la cara superior. Cuando lo pliegue para guardarlo, asegúrese de que el lado de la "X" quede doblado sobre sí mismo, sin ningún contacto con el reverso. Esto le impedirá poner, en alguna ocasión, la parte aceitada sobre lo que desea proteger.
Las técnicas de masaje, cuando se trabaja en el suelo, difieren muy poco de las que se aplican sobre una mesa. Cada vez que sea necesario practicar algunos toques de manera distinta, lo indicaré en la sección de instrucciones. Sin embargo, agregaré aquí dos consejos de tipo general. Dé siempre un masaje más breve cuando esté trabajando en el suelo. Doble la espalda lo menos posible durante la sesión. Lo que, en otras palabras, quiere decir: fíjese bien dónde y cómo se sienta o se arrodilla, procurando todo el tiempo adoptar la postura más cómoda. De esa manera, su masaje será mejor y disfrutará infinitamente más al aplicarlo.
Un último comentario. Nada mejora tanto el masaje como el fuego de una chimenea
próxima.
Esencias y aceites
La única manera eficaz de dar masajes es utilizando aceite. Las manos no pueden
presionar y al mismo tiempo moverse suavemente sobre la superficie de la piel sin algún tipo de agente lubricante. El aceite cumple esta función mejor que ninguna otra sustancia.
El aceite mineral y el vegetal son los utilizados con mayor frecuencia. En cuanto a la lubricación que proporcionan, ambos son igualmente satisfactorios. El mineral es el más usado en los estudios profesionales porque es más barato. Personalmente, me inclino mucho más por el vegetal.
Las razones, debo confesarlo, se basan en gran parte en mi propia intuición y en una
cierta opinión generalizada. Desde que todo el mundo se ha dado cuenta de que los alimentos naturales resultan más saludables, ha surgido una especie de subcultura masiva que se preocupa, entre otras cosas, del cuidado y tratamiento de la piel. Uno de sus postulados más corrien tes es que el aceite vegetal es bueno para la piel, y el mineral, nocivo. ¿Por qué ? Pues bien, dicen algunos, la piel absorbe fácilmente el aceite vegetal, mientras que el mineral tiende a obstruir los poros. Y, agregan otros, el vegetal proporciona vitaminas a la piel mientras el otro lo menos que hace es destruirlas. Yasí continúan. No sé realmente si algunas de estas razones, o todas ellas, son válidas; tampoco he encontrado, hasta el momento, ninguna investigación científica convincente que se incline en una u otra dirección.
Sin embargo, mis propios músculos parecen estar de acuerdo con esta idea general y, mientras no se compruebe lo contrario, seguiré aplicando y recibiendo masaje con aceite vegetal.
Creo que no importa mucho de qué vegetal específico provenga. Cada persona tiene
sus propias preferencias. Actualmente, por ejemplo, estoy usando aceite de almendras. Sin embargo, en el pasado he utilizado aceite de oliva, de girasol, de cacahuete y muchos otros, y todos con buenos resultados. El de girasol, que es tan bueno como los. demás,tiene la ventaja de ser relativamente económico y además, junto con el de oliva, se encuentra en todos los almacenes de comestibles. Tal vez resulte un poco difícil encontrar los otros tipos, pero con toda seguridad podrá obtenerlos en una tienda. Todos ellos pueden ser mezclados para conseguir diversas combinaciones.
¿ Y el aceite para bebés ? Si es todo lo que tiene a mano, puede arreglárselas con él.
Pero le resultará incómodo usarlo porque la piel lo absorbe tan rápidamente que se hace necesario aplicarlo con mucha frecuencia. Las lociones para las manos dan menos resultados aún por las mismas razones.
Cualquiera que sea el tipo de aceite, lo más probable es que su olor sea neutro, o algo peor. En este último caso, no deje de agregarle algún aromatizante. El almizcle es unq de los que prefiero. En general, agregándole unas pocas gotas a una taza de aceite se conseguirá el efecto deseado. El aceite concentrado de clavo de olo~, el de canela y el de limón dan buenos resultados y pueden ser obtenidos en algunas farmacias. Hoy día, algunas tiendas especializadas ofrecen una gran variedad de aceites importados. El Frangipani, un concentrado traído de la India, es muy popular.
Una vez incluso encontré un aceite de chocolate. No fue lo más indicado porque
encontré que me comenzaba a dar apetito en la mitad de la sesión.
Es una buena idea mantener una variedad de aceites mezclados y aromatizados y
luego dejar que la persona que recibe el masaje decida cuál prefiere. La elección de un aceite que le agrade generalmente aumenta con mayor rapidez su receptividad al proceso.
Una vez que haya mezclado y aromatizado sus aceites, guárdelos en frascos plásticos
que tengan un orificio pequeño y sean difíciles de volcar. Los encontrará en cualquier tienda de cosméticos. Muchos champús y lociones para las manos vienen en este tipo de envase.
¿ y los polvos ? Pues bien, se pueden usar. Pero no surten tan buen efecto como los aceites. Hay que aplicarlos más a menudo y no reducen la fricción entre las manos y la piel con la misma eficacia. Puede haber momentOs en que se vea obligado a usarlos: en el caso de personas que no soportan el aceite sobre la piel (también sucede), cuando se le ha acabado el aceite¡ o sencillamente para variar.
Cualquier tipo de polvo de talco sirve. Uselo del mISmo modo como aplicaría un aceite.
¿Puede usar sólo las manos ? Por supuesto que lo puede hacer. Pero se hace mucho
más difícil dar un buen masaje de esa manera. La mayoría de los toques que aparecen
descritos en este libro no pueden ser practicados sin aceite o polvos ( en realidad, es posible hacerlo, pero sólo en algunos casos, como podrá comprobarlo). Siempre se puede aplicar un masaje sin importar lo que falte 0 no falte para hacerlo.
Mientras tanto, almacene una buena provisión de aceites y polvos.
presionar y al mismo tiempo moverse suavemente sobre la superficie de la piel sin algún tipo de agente lubricante. El aceite cumple esta función mejor que ninguna otra sustancia.
El aceite mineral y el vegetal son los utilizados con mayor frecuencia. En cuanto a la lubricación que proporcionan, ambos son igualmente satisfactorios. El mineral es el más usado en los estudios profesionales porque es más barato. Personalmente, me inclino mucho más por el vegetal.
Las razones, debo confesarlo, se basan en gran parte en mi propia intuición y en una
cierta opinión generalizada. Desde que todo el mundo se ha dado cuenta de que los alimentos naturales resultan más saludables, ha surgido una especie de subcultura masiva que se preocupa, entre otras cosas, del cuidado y tratamiento de la piel. Uno de sus postulados más corrien tes es que el aceite vegetal es bueno para la piel, y el mineral, nocivo. ¿Por qué ? Pues bien, dicen algunos, la piel absorbe fácilmente el aceite vegetal, mientras que el mineral tiende a obstruir los poros. Y, agregan otros, el vegetal proporciona vitaminas a la piel mientras el otro lo menos que hace es destruirlas. Yasí continúan. No sé realmente si algunas de estas razones, o todas ellas, son válidas; tampoco he encontrado, hasta el momento, ninguna investigación científica convincente que se incline en una u otra dirección.
Sin embargo, mis propios músculos parecen estar de acuerdo con esta idea general y, mientras no se compruebe lo contrario, seguiré aplicando y recibiendo masaje con aceite vegetal.
Creo que no importa mucho de qué vegetal específico provenga. Cada persona tiene
sus propias preferencias. Actualmente, por ejemplo, estoy usando aceite de almendras. Sin embargo, en el pasado he utilizado aceite de oliva, de girasol, de cacahuete y muchos otros, y todos con buenos resultados. El de girasol, que es tan bueno como los. demás,tiene la ventaja de ser relativamente económico y además, junto con el de oliva, se encuentra en todos los almacenes de comestibles. Tal vez resulte un poco difícil encontrar los otros tipos, pero con toda seguridad podrá obtenerlos en una tienda. Todos ellos pueden ser mezclados para conseguir diversas combinaciones.
¿ Y el aceite para bebés ? Si es todo lo que tiene a mano, puede arreglárselas con él.
Pero le resultará incómodo usarlo porque la piel lo absorbe tan rápidamente que se hace necesario aplicarlo con mucha frecuencia. Las lociones para las manos dan menos resultados aún por las mismas razones.
Cualquiera que sea el tipo de aceite, lo más probable es que su olor sea neutro, o algo peor. En este último caso, no deje de agregarle algún aromatizante. El almizcle es unq de los que prefiero. En general, agregándole unas pocas gotas a una taza de aceite se conseguirá el efecto deseado. El aceite concentrado de clavo de olo~, el de canela y el de limón dan buenos resultados y pueden ser obtenidos en algunas farmacias. Hoy día, algunas tiendas especializadas ofrecen una gran variedad de aceites importados. El Frangipani, un concentrado traído de la India, es muy popular.
Una vez incluso encontré un aceite de chocolate. No fue lo más indicado porque
encontré que me comenzaba a dar apetito en la mitad de la sesión.
Es una buena idea mantener una variedad de aceites mezclados y aromatizados y
luego dejar que la persona que recibe el masaje decida cuál prefiere. La elección de un aceite que le agrade generalmente aumenta con mayor rapidez su receptividad al proceso.
Una vez que haya mezclado y aromatizado sus aceites, guárdelos en frascos plásticos
que tengan un orificio pequeño y sean difíciles de volcar. Los encontrará en cualquier tienda de cosméticos. Muchos champús y lociones para las manos vienen en este tipo de envase.
¿ y los polvos ? Pues bien, se pueden usar. Pero no surten tan buen efecto como los aceites. Hay que aplicarlos más a menudo y no reducen la fricción entre las manos y la piel con la misma eficacia. Puede haber momentOs en que se vea obligado a usarlos: en el caso de personas que no soportan el aceite sobre la piel (también sucede), cuando se le ha acabado el aceite¡ o sencillamente para variar.
Cualquier tipo de polvo de talco sirve. Uselo del mISmo modo como aplicaría un aceite.
¿Puede usar sólo las manos ? Por supuesto que lo puede hacer. Pero se hace mucho
más difícil dar un buen masaje de esa manera. La mayoría de los toques que aparecen
descritos en este libro no pueden ser practicados sin aceite o polvos ( en realidad, es posible hacerlo, pero sólo en algunos casos, como podrá comprobarlo). Siempre se puede aplicar un masaje sin importar lo que falte 0 no falte para hacerlo.
Mientras tanto, almacene una buena provisión de aceites y polvos.
El masaje
El fondo profundo del masaje reside en su forma singular de establecer una comunicación sin palabras. En sí mismo, esto no es del todo extraño; a menudo, tocando o abrazando a los que nos rodean, por ejemplo, les hacemos saber que simpatizamos o que sufrimos con ellos, o que apreciamos y respetamos lo que valen. Sin embargo, el masaje puede trasmitir este mensaje en una frecuencia nueva y diferente. La persona que lo recibe participa de una experiencia física y mental difícil de describir: como si penetrara en un recinto misterioso que hasta el momento se hallaba cerrado y oculto; una región cuya existencia es probablemente conocida sólo por aquellos que practican alguna forma de meditación. Este estado, en sí mismo, es un don. Sin embargo, el que da el masaje no debe necesariamente detenerse ahí, pues mientras mejor pueda sintonizar con la agudizada conciencia de sí del sujeto, mejor podrá trasmitirle algo de su propio ser interior y de su experiencia. El más ligero contacto se convierte en una forma de comunicación: como deslizar una pluma delicada sobre un papel sensible. La confianza, la empatía y el respeto,
para no mencionar una sensación de pura y mutua existencia física, pueden ser expresados con una plenitud jamás igualada por las palabras.
El masaje es algo esencialmente simple. Nos hace más plenos, más nosotros mismos.
Las manos tienen el poder de transmitir esta posibilidad a otros. Aprenda a confiar en él y pronto descubrirá mejor que nadie cuál es el sentido profundo del masaje.
para no mencionar una sensación de pura y mutua existencia física, pueden ser expresados con una plenitud jamás igualada por las palabras.
El masaje es algo esencialmente simple. Nos hace más plenos, más nosotros mismos.
Las manos tienen el poder de transmitir esta posibilidad a otros. Aprenda a confiar en él y pronto descubrirá mejor que nadie cuál es el sentido profundo del masaje.
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